El agua en contra del Capital

Problemática de la gestión capitalista del agua

Bona vesprà!! Hoy os compartimos el texto que nos ha facilitado un compañero que no tiene desperdicio. Disfrutadlo y difundidlo!! Salud!

Nacido en un pueblo de los Alpes franceses, desde muy pequeño veia correr el agua en abundancia,
cantando alegremente en los numerosos ríos y arroyos de las laderas de estas verdes montañas. En
este pueblo, como en todos los de esta región, se encontraban muchas fuentes de piedra (bachal) con
un buen caudal que no paraba nunca y donde, en verano, íbamos a beber al pasar y los rebaños de
vacas se reunían para saciar su sed antes de ir al campo y a la vuelta. Era allí donde, a falta de
máquina, mi madre lavaba las sábanas con esa agua clara y fría. Yo la ayudaba a enjuagar y a llevar
la colada con una carretilla. Recuerdo que mi padre, oriundo de Extremadura, les decía a los
aldeanos lo afortunados que eran por tener un agua tan buena y abundante. Tal vez ellos no lo
entendieran bien, pero yo tenía unos doce años cuando sufrí mi primer choque emocional ecológico.
Por primera vez vi una tienda que vendía agua. Me disgustó y entristeció mucho ver agua capturada
en una botella de plástico para ser vendida. Agua que, para mí, pertenecía a la vida, tanto a los
humanos como a los animales y las plantas. Tuve un flash: un día, el aire nos será vendido.
Contrariamente a la opinión popular, los sentimientos y la intuición, sobre todo cuando proceden de
un niño, no deben oponerse a la razón. Esto me fue confirmado recientemente:
En el mundo del libre mercado, la propiedad privada y la “democracia”, todo se vende sin tener en
cuenta el bien común. Sólo cuentan el beneficio, la ganancia, la utilidad, el dinero y el poder. Y
como vivimos en una sociedad dominada por el Capital, todo tiene un precio y todo se compra, y
ahora incluso el agua, que ha empezado a negociarse en Wall Street, en futuros sobre el agua en
California, Estados Unidosi


I- ¡Viva el agua, viva la vida!
1) Nuestra madre tierra y su placenta: el agua
Nos olvidamos a menudo que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son una misma cosa, como nos
lo recordaba Cousteau. Unos siglos antes, Leonardo da Vinci también definió el agua como la
fuerza motriz de toda la naturaleza. Sin embargo, nuestra modernidad acelerada no sólo niega la
historia sino que, huérfana de toda cosmogonía, le da la espalda a los orígenes de la humanidad. Sin
embargo, evocar nuestros orígenes es comprender la vida, comprendernos como terrícolas.
Recordar la aparición de la vida en la Tierra, la evolución de la biodiversidad marina, es celebrar su
nacimiento, hace más de cuatro mil millones de años, en las cálidas profundidades marinas, cuando
los océanos se extendían por todo el planeta.
2) El alma de nuestro ser biológico
La bebida más peligrosa es el agua, te mata si no la bebes, bromeaba el escritor, dibujante y
humorista catalán El Perich. Si el planeta azul es efectivamente un 72% de aguaii, nosotros lo somos
casi tanto: un 65% en un ser humano adulto y un 75% en un bebé.


II- El agua que para todo sirve
El agua sucia no se puede lavar (proverbio africano)
1) El agua codiciada

A partir de ahora, ya no podemos negar la crisis climática que nos golpea con fuerza y de la que
Murray Bookchin ya nos advertía en los años 60 y 70. Se trata de una crisis multiforme, en bucle,
con efectos ambientales múltiples, imprevisibles e incalculables que se están activando
retroactivamente con un efecto de bola de nieve: aumento de las temperaturas, artificialización de
los suelos del orden de 50.000 hectáreas al año sólo en Francia (España le sigue de cerca),
perturbación de los ciclos pluviales, sequías, incendios gigantescos, degradación de los ecosistemas,
reducción de la biodiversidad… Estos fenómenos conducen a su vez a una disminución de la
fotosíntesis, a una menor captación de CO2 y, contra todo pronóstico, a pesar del aumento general
de la temperatura, a una menor evaporacióniii, lo que conduce a una pluviosidad cada vez menor y,
por tanto, a un aumento de la sequía y así sucesivamente. .. En consecuencia, la situación de
nuestras sociedades, surgidas de esta primera naturaleza, se ve profundamente afectada de manera
muy desigual, es cierto, incluso si, en nuestra casa en llamas, la mayoría de los ciudadanos miran
por la ventanaiv, como se ven obligados a hacer por el bombo publicitario desde las marcas de ropa
hasta el ridículo espectáculo de las pugnas electorales.
Son estos mismos medios quienes nos ofrecen la catástrofe como un reality show, una ecología del
espectáculo, de la teatralidad y de la performance en la que se lucen las élites políticas, culturales y
económicas desempeñando el papel de salvadores. El objetivo es aturdirnos, tranquilizarnos y sobre
todo, impedir que actuemos. Así es como la inmensa mayoría se encuentra cada vez más inhibida e
indefensa. A pesar de todos sus informes científicos (IPCC) y de las Cumbres de la Tierra,
organizadas a bombo y platillo desde 1972, nada va en la buena dirección, sino todo lo contrario. La
expansión contínua de las industrias, energética, digital, agrícola y la continua expansión de las
megaciudades, además de provocar la escasez de precipitaciones, necesita acelerar la producción de
energía. El extractivismo resultante conduce a una demanda cada vez mayor de agua y su
contaminación es prácticamente irreversible.
Así, este elemento central de la vida es cada vez más escaso y menos seguro, poniendo en peligro
nuestra constitución biológica, su contenido en agua del 70%, pero también la salud y el
abastecimiento de sus células a través de los alimentos. En nuestra sociedad capitalista, conflictiva
por naturaleza, esta situación no puede sino agudizar la codicia y las tensiones en torno a este bien
común que está en proceso de sernos robado y convertido subrepticiamente en un bien privado, y
objeto de especulación del mismo modo que cualquier materia prima minera o energéticav

Si el capitalismo nació efectivamente de la mayor violencia, hijo del tumultuoso matrimonio de la
colonización, el cercamiento y desalojo de las comunidades campesinas en Inglaterra en el siglo
XVI, al despojarnos de nuestros medios de producción, en primer lugar la tierra, todo hace pensar
que después de haber subsumido a la sociedad, la despojará de su agua. Muchas de las poblaciones
más pobres del mundo ya están privadas de agua hasta el punto de morirvi , pero esta epidemia
pronto nos alcanzará en esta zona pedestre del Capitalismo y nos privará de nuestro elemento vital
constitutivo, incluso si eso significa morir de ella misma.


2) El negocio que riega las venas del Capital
En opinión de la mayoría de los inconformistas y anticapitalistas, son los industriales de todo tipo
los que provocan y se benefician de estas catástrofes. Por supuesto que lo son como parte de la
mayor complejidad del fenómeno de la valorización del valor, pero esta se nutre cada vez más de la
especulación, en promesas de rentabilidad imposibles de cumplir. Asistimos a otro fenómeno de
bucles de causas y efectos que se retroalimentan y precipitan al sujeto autómata del capitalismo
(Marx) directamente al vacío sideral.


III- En el corazón del Capital: la energía


Ya en los años 70, los directivos de las empresas petroleras y mineras (capitalismo fósil) conocían
los efectos perversos de sus actividades. Suministraban un combustible que todavía hoy es
indispensable para las industrias que generan mercancías para el mercado mundial. Pero para atajar
las críticas ecologistas durante esa edad de oro de la abundancia y en previsión de la disminución
progresiva del volumen de sus extracciones, y por tanto de sus beneficios, muchos empresarios y
accionistas dan la alerta del cambio climáticovii. Detrás de esta aparente toma de conciencia, se trata
en realidad de poner en marcha un nuevo modo de producción de energía, complementario del
primero. Tanto más cuanto que, según un informe de The Shift Projectviii, los dieciséis países
productores de petróleo que abastecen a la Unión Europea experimentarán un fuerte descenso de su
producción a partir de 2030. En cuanto el petróleo desaparezca de la ecuación, se paralizará el
transporte internacional y, por tanto, el sistema económico mundial. Lo mismo ocurrirá con toda la
ingeniería pesada indispensable para la producción industrial y la agroindustria.
Por tanto, la consigna es la energía limpia, la energía renovable, y se está poniendo en práctica a
través del Green New Deal. Al igual que en el anterior New Deal, la idea debe ser respaldada por la
intervención directa y el apoyo del Estadoix. La idea de la energía renovable gracias al viento y al
sol está tomada de los ecologistas que la preconizan desde los años setenta. Salvo que, lejos de una
energía concebida por las comunidades humanas para su autonomía energética que escaparía a su
monopolio, se trata más bien, con esta oposición disfrazada entre energías renovables y energías
fósiles, de aumentar la producción diversificando y multiplicando las fuentes de abastecimiento. Se
abren así nuevos mercados fabulosos en nombre de una noble causa: luchar contra el calentamiento
climático y la contaminación con energías limpias. Coches eléctricos limpios que funcionan con
fuentes de energía limpias y renovables: electricidad e hidrógeno. El escenario del mercado está
preparado, pero queda por ver qué ocurre entre bastidores.


1) Agua para el lavado ecológico

a) Para exprimir la tierra en busca de oro verde
Para cada uno de los cuatro grandes polos del comercio mundial (Norteamérica, Europa Occidental,
Rusia y Asia Oriental), la obtención de metales raros es un imperativo estratégico. Así lo ilustra el
discursox
del Vicepresidente de Estudios Prospectivos de la Comisión Europea, Maroš Šefčovič,
pronunciado el 12 de septiembre de 2022 en la Conferencia Europea sobre la Seguridad de las
Materias Primas. Tras citar a Margaret Thatcher, (No hay alternativa)… afirmó la necesidad de
abrir minas en Europa con urgencia, de construir la economía descarbonizada y digital a la que
todos aspiramos, y de garantizar nuestras capacidades de defensa militar.
Sin embargo, para estos predicadores del llamado desarrollo sostenible, la oda a la estabilización del
calentamiento global en torno a 2°C se traduce en una multiplicación por 42 de la demanda de litio
de aquí a 2040, por 25 de la demanda de grafito, por 21 de la demanda de cobalto y por 19 de la
demanda de níquel, principalmente para la fabricación de baterías, sobre todo para los vehículos
eléctricos. Lo mismo cabe decir del sector digital, que por sí solo consume una cantidad
astronómica de energía y, en su versión renovable, requiere una gran cantidad de metales raros. Por
ejemplo, la mitad de toda la producción de plata se destina a este sector y a la carrera espacial y
armamentística. De ahí la inquietud de la Unión Europea y su prisa por no verse privada de ella por
la competencia. Además, Ucrania está en el punto de mira de esta encarnizada lucha por las tierras
raras ya que, como señala Célia Izoard, ocupa el quinto puesto mundial por sus reservas de hierro,
grafito y manganeso, dos elementos críticos para la fabricación de baterías eléctricas. También es
el sexto productor mundial de titanio, metal estratégico para la producción aeronáutica, y posee
grandes yacimientos de litio, cobre, cobalto y tierras raras, que se utilizan tanto en el sector
energético como en la electrónica y la defensa.

b) El secuestro y la profanación del agua
Aparte de la acentuación del colonialismo minero desenfrenado de los cuatro grandes polos del
comercio mundial ya mencionados (por ejemplo, el litio en Bolivia, el hierro en la India, el petróleo
en Ecuador, etc.) con sus dramáticas consecuencias como, entre otras, la devastación de los bosques
tropicales, la contaminación de lagos y ríos, etc. xihabrá que convencer a las poblaciones europeas
de que acepten este boom minero en sus propios territorios. Tanto más cuanto que las minas que
antes se abandonaban por su baja concentración de metales, al generar más residuos que en el
pasado, requieren ahora cantidades de agua aún mayores: una gran mina de cobre puede consumir
40 millones de m3 en un año. Dentro de diez años, ¿cómo abasteceremos a las minas de cobre del
sur de España o de Portugal, cuando asistimos a un estrés hídrico sin precedentes?
Pero el Estado, como guardián del capital, está tomando precauciones tanto en Francia como en
España para dar prioridad absoluta a la industria, en primer lugar a la minería y después a la
agricultura. En Andalucía, por ejemplo, las actividades mineras están declaradas inequívocamente
de Interés Público Superiorxii. En Francia, incluso cuando se trata de la minería del uranio, el
gobierno quiere tranquilizar a la población adoptando las llamadas medidas estrictas relativas a la
pos-mineríaxiii. Pero en ambos casos, ¿cual es el impacto para las poblaciones locales?
Como lo explica Célia Isoard, es toda Europa la que está afectada, pero Andalucía más todavía: En
Río Tinto, Atalaya Mining promueve su sistema de circuito cerrado destinado a ahorrar recursos.
Parte del agua de tratamiento se reinyecta en el sistema, que también se alimenta de las
extracciones de aguas ácidas acumuladas en el fondo de los antiguos pozos. Pero sin darle mayor
importancia, la empresa también toma “agua dulce” (ése es el término técnico) de las presas a
razón de 18 millones de litros diarios, lo que representa el consumo diario de 130.000 personas de
la zonaxiv

Además de la contaminación derivada del propio extractivismo, tambiém está el almacenamiento,
que es ahora mucho mayor. Y lo más preocupante de todo, los residuos mineros tienen el potencial
de producir jugos ácidos y tóxicos durante siglos, e incluso mileniosxv
c) Continuación del maratón del agua: su loca carrera por la energía verde
Más allá de esta voracidad por el agua, la extracción de metales raros (iridio, rutenio u osmio,
cobalto, litio, níquel, etc.) requiere tanta energía de principio a fin que todo apunta a que esta
glotonería mineral más bien aumentará la crisis climática en lugar de paliarla. Pero en este mundo
de frenesí empresarial, todo se justifica. Además de la industria digital, la industria armamentística,
la carrera espacial y los coches eléctricos, este extractivismo sirve también para producir células
para paneles fotovoltaicos y otros componentes para turbinas eólicas. Y a pesar de todas las
operaciones preliminares impresionantemente contaminantes y consumidoras de energía y agua, el
objetivo, nos dicen, es obtener una energía eléctrica tan limpia e ilimitada como el sol que la mueve,
y realizar una transición ecológica hacia la producción de energías renovables.


2) El gran objetivo: el hidrógeno verde
a) El desbordamiento eléctrico
Más que ningún otro lobby, el de los aerogeneradores busca desarrollarse a cualquier precio. Con la
etiqueta renovable, al igual que los paneles fotovoltaicos, tienen el viento en popaxvi y se construyen
parques eólicos en tierra y mar, de forma masiva para reducir el coste de instalación, aunque esta
masificación provoque una ralentización del viento y, por tanto, de la producción. La obsesiva
propaganda del Green Washing quiere convencer a las poblaciones, a través del bombo mediático,
de la necesidad ecológica de instalar parques eólicos o fotovoltaicos en sus territorios, apoyándose
en normativas europeas que declaran querer proteger a sus habitantes, desde la flora y la fauna hasta
los seres humanos.

No es así; la vida marina se ve perturbada por las vibraciones de las aspas por lo que las actividades
de los pescadores se ven gravemente comprometidas y las empresas verdes acosan a los aldeanos
para quitarles sus tierras de cultivo. En la provincia de Málaga donde vivo, como en la mayor parte
de España, las empresas instaladoras de energías renovables practican una estrategia que raya la de
las mafias, amparándose en una vaguedad legal que les permite esgrimir el masivo argumento de
Utilidad Pública.
Estas empresas verdes no corren peligro de ver desatada su agresividad ya que, adoptando la
máxima del despotismo ilustrado Todo para el pueblo, pero sin el pueblo, el 24 de enero de 2023,
en sesión extraordinaria, el Congreso de los Diputados convalidó el Real Decreto-Ley 20/2022. Los
artículos 22 y 23 de este RDL permiten que los proyectos renovables MACRO de más de 50 MW
queden exentos de evaluación ambiental y aprobación por silencio administrativo. Y no importa si
vulnera la normativa europea.
En España, por ejemplo, las energías renovables bien pueden ocupar actualmente el equivalente al
10% de las tierras cultivadas y los pastos. Según la Delegación del Gobierno de Granada, se prevé
arrancar un millón de olivos para ocupar el terreno con paneles fotovoltaicos. Extremadura cuenta
ya con más de 30.000 hectáreas de plantas fotovoltaicas y 50.000 hectáreas de terreno estarán
cubiertas de paneles solares en 2030. No hace falta ser profeta para adivinar el impacto
medioambiental. Basta con mirar a California y los desastres que han seguido a la aplicación de esta
política de energías totalmente renovablesxvii
Pero, ¿por qué cada vez más electricidad?
a) Ante el estancamiento nuclear
Mientras algunos, en nombre de la descarbonización, siguen defendiendo el mito de la energía
nuclear, Naoto Kan, primer ministro de Japón en el momento de la catástrofe, se está convirtiendo
en uno de los grandes detractores de la energía nuclear en el mundo: Cierren las centrales nucleares
lo antes posible porque una central nuclear segura es una central cerrada. Gregory Jaczko, experto
en seguridad nuclear en Estados Unidos, opina que los reactores nucleares representan un peligro
inaceptable. Además, la extracción de uranio es la mayor fuente de riesgos para la salud humana en
todo el mundo a lo largo de todo el ciclo minero, relacionados tanto con la radiactividad como con
la toxicidad del uranio.
En segundo lugar, por cada tonelada de uranio extraído, hay entre cuatro y cien toneladas de
residuos radiactivos, por no hablar del agua utilizada para refrigerar las centrales, que calienta el
agua de los ríos.
b) Por el hidrógeno verde
Las compañías eléctricas, tras haber recibido luz verde, prosiguen inexorablemente su carrera
productivista por el valor, condenadas como están a una competitividad feroz, que se traduce en
crecer, ganar o morir en la arena del mercado mundial. No es fácil aumentar el consumo de
electricidad por encima de los niveles actuales, máxime cuando el consumo eléctrico en España y
en la UE lleva cayendo desde 2008. Además, la electricidad es un vector energético muy útil, pero
sólo representa el 20% del consumo final de energía en el mundo, y menos del 25% en los países
más avanzados. De ahí el reto de sortear parcialmente el problema de las energías renovables
transformando la electricidad en hidrógeno, una solución ruinosa en términos energéticos, pero la
única salida que han encontrado las grandes petroleras para que con sólo cambiar gasolina por
hidrógeno, o mejor hidrógeno por “gas natural”, todo siga igual.
Las dos tecnologías por las que apuesta el Green New Deal para aumentar el consumo eléctrico
plantean un dilema. Tanto el coche eléctrico como el hidrógeno verde, por hidrólisis del agua con
electricidad procedente de fuentes renovables, no pueden producirse en masa por su necesidad de
metales raros, su dependencia de la energía fósil y su ineficiencia, como han señalado los reiterados
informes de la Agencia Internacional de la Energía, la Agencia Europea de Medio Ambiente y el
IPCC. De hecho, este proceso provoca importantes pérdidas de energía: entre el 20 y el 30% de la
electricidad que entra en la planta de electrólisis, y otro 20-30% en la energía utilizada para calentar
el agua.
Por otra parte, a diferencia de las economías con grandes centros de producción, como es el caso de
los combustibles fósiles, la producción de energías renovables es por definición muy dispersa, con
baja densidad energética y considerables fluctuaciones en la producción. Una dificultad añadida es
que el hidrógeno no es fácil de manipular ni de transportar. Debido a su molécula muy pequeña,
tiende a derramarse con facilidad y corroe las tuberías convencionales. Por ello, hay que
almacenarlo con mucho cuidado, ya que es un gas que se inflama dos veces más rápido que el
propano o el metano, que explotan en contacto con el aire. Además de su falta de eficiencia, una
tonelada de hidrógeno en la atmósfera equivale a liberar 13 toneladas de CO₂ equivalente.
Por eso debemos evitar caer en la trampa de las falsas promesas tecnológicas. Sin embargo, la
iniciativa política de los responsables políticos estatales, obsesionados con estas dos tecnologías,
condena la acción pública a la inanidad y los países más ricos siguen imponiendo la ley del
Mercado.
c) La ley del más fuerte
Según Antonio Turiel, científico e investigador del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona
(CSIC), Alemania está tomando medidas para obtener la mayor cantidad posible de hidrógeno, y
un ministro alemán ya ha declarado que los países del sur de Europa deberían colaborar con
Alemania en nuevos proyectos de energías renovables y de producción de hidrógeno. España recibe
más fondos de resiliencia de los que le corresponderían teniendo en cuenta su población y su PIB.
El 37% de estos fondos son para proyectos que conduzcan a la descarbonización, así que Alemania
se está frotando las manos porque los españoles estamos montando un montón de proyectos y no
estamos trabajando en hidrógeno, pero Alemania se está implicando. A corto plazo, España podría
convertirse en el Congo de Alemania. En Europa tienen muy claro que no se puede mantener la
industria en toda Europa, intentarán mantenerla en Alemania y en parte en Francia y el resto se
irá a pique. Nosotros nos convertiremos en suministradores porque España tiene un buen potencial
de energías renovablesxviii

d) Para el sur, la paradoja persiste
Si los paneles fotovoltaicos que cubren muchas hectáreas pueden efectivamente proporcionar la
electricidad renovable necesaria, ¿qué pasa con el segundo elemento, el agua? Sabiendo que esta
producción requiere mucha agua, no sólo para la electrólisis sino también para refrigerar los
equipos. Un electrolizador de 40 gigavatios (GW) necesitaría 254 millones de m³ de agua al año. Y
esto en un país semiárido, afectado más que ningún otro de Europa por el calentamiento global y los
problemas de escasez de agua.

IV- Las otras industrias del Capital

1) Agroindustria

a) La alerta que dió el pistoletazo en Francia
Según el Monde del 27 de abril de 2022, el 40% de las tierras del planeta están hoy degradadas, por
artificialización (hormigón, asfalto, etc.) y desertización, lo que afecta directamente a la mitad de la
humanidad. La agricultura industrial tiene mucho que ver con ello, además de ser una gran
depredadora de este precioso líquido. A primera vista pasa a ser más desapercibida en este paquete
de agresiones al medioambiente, y sin embargo es la que, sin saberlo, ha disparado la alarma
generalizada del problema que afecta directamente a las poblaciones.
Las megabalsas no son más que la punta del iceberg de esta agroindustria productivista cuyo único
objetivo es el valor monetario, gracias a una producción agrícola convertida en pura mercancía en el
mercado mundial. Infraestructuras gigantescas, cada una del tamaño de diez a veinte campos de
fútbol, estas gigantescas balsas no recogen el agua de lluvia. Se llenan bombeando agua de los
acuíferos en invierno. Sin embargo son estos acuíferos quienes aseguran el ciclo del agua y se les
vacián de su contenido. Como consecuencia, el agua ya no alimenta los ríos, que se transforman en
caminos pedregosos e inertes a lo largo de cientos de kilómetros, eliminando toda una biodiversidad
a lo largo de su recorrido. Además, estas reservas sólo benefician a un puñado de agricultores para
el cultivo intensivo -sobre todo de maíz-, que consume mucha agua y es muy contaminante.
El movimiento del Soulèvement de l’eau (Levantamiento del agua) tiene el mérito de haber alertado
al mundo entero sobre el secuestro y la contaminación del agua por parte de la industria agrícola.
Esto se consiguió al reunirse unos 30.000 manifestantes de todo el mundo el 25 de marzo de 2023
en el departamento francés de Deux-Sèvres para oponerse a las megabalsas, defender el agua y la
tierra. La violencia policial, casi militar, reveló al mundo entero hasta qué punto el Estado está
dispuesto a defender su alter-ego, el Capital, a cualquier precio.
b) España se estanca en la resignación
Aquí las megabalsas no son una novedad, llevan ahí más de 40 años, precedidos por las presas
promovidas por el franquismo, unos 17.000 de las cuales, unas 1.200, las más grandes destruyen los
ríos. El trasvase Tajo-Segura es una infraestructura de 300 km de longitud que atraviesa Castilla-La
Mancha hasta el embalse del Talave, desde donde se distribuye el agua a Murcia, Alicante y
Almería. Gracias a esta gigantesca obra hidráulica, concebida antes de la Guerra Civil y ejecutada
en 1960, el agua se conduce a través de un canal con una capacidad de 35 m3 de agua/segundo, con
tramos en túneles y otros en acueductos.

c) El coste de la riqueza agrícola española
Esta titánica obra ha permitido la expansión de la horticultura intensiva actual en el sureste de
España, convirtiéndola en una de las mayores zonas de Europa para la producción de hortalizas de
contraestación al aire libre. En el ámbito político, esto ha dado lugar a lo largo de los años a una
guerra del agua, un conflicto que ha estallado no sólo entre partidos políticos, sino también entre
varias regiones españolas como Castilla-La Mancha, Murcia o Valencia. La situación ha empeorado
con las últimas sequías.
Según Rafael Seiz, técnico de WWF España: Es una especie de suicidio del agua…. Hemos
confiado en las infraestructuras para salvarnos: retener el agua en embalses y distribuirla. Esto ha
creado una sensación de garantía, pero cuando la demanda de agua aumenta, gran parte del agua
embalsada tiene que ser liberada, lo que reduce la garantía. España cuenta con casi 4 millones de
hectáreas de regadío, frente a los 2,5 millones de hectáreas de Italia, los 1,2 millones de Grecia y los
1,4 millones de Francia. El aumento sostenido de las tierras de regadío ha provocado claramente un
incremento de la demanda de agua.
A pesar de su acusado déficit hídrico, esta huerta de Europa se está convirtiendo en el líder europeo
de las exportaciones con el 60% de su producción. Esto demuestra la presión que esta agricultura
intensiva ejerce sobre los recursos hídricos, sobreexplotándolos, incluso antes del auge de las
energías renovables. Con sólo el 17% de la superficie cultivada, aportan el 65% de la producción
final agraria del país.
En los últimos meses, los medios de comunicación han destacado la situación de los humedales de
Doñana (Huelva), Parque Natural, Reserva de la Biosfera y zona de refugio de numerosas especies
de aves, muchas de ellas endémicas y algunas al borde de la extinción. Además de la disminución
de las precipitaciones, también se extraen aguas subterráneas para el cultivo de fresas y frutos rojos
en invernaderos situados cerca del espacio natural. No sólo entra en juego la contradicción entre el
valor ecológico del agua y su valor económico (minería y energías renovables), sino que también
provoca conflictos entre los agricultores de la misma zona: los que se han abastecido hasta ahora
con regadíos legales y los que han utilizado pozos ilegales y se beneficiarían de la medida de
extinción.
En la Axarquía, comarca situada al este de la provincia de Málaga, antaño cubierta de viñedos y
olivos, cultivos típicos de tierras áridas, se ha convertido en la primera productora de aguacates de
Europa, con más de 10.000 hectáreas de cultivos subtropicales. Estos cultivos dependen casi
exclusivamente de un embalse de agua (La Viñuela) que actualmente está seco. La visión de estos
árboles secándose y siendo talados para sobrevivir a la espera de una dudosa lluvia que los salve es
angustiosa. A menudo se culpa a estos agricultores por plantar aguacates, que consumen mucha
agua, pero ¿podemos culpar a estos pequeños agricultores por haberlos plantado en sus parcelas,
que no superan las dos hectáreas? Mientras que las naranjas ecológicas se pagan, en el mejor de los
casos, a 30 céntimos el kilo, los aguacates, con el mismo trabajo, se pagan a 2,50 euros. Conozco
bien a estos agricultores, ya que trabajo con ellos en relación con las AMAP en Francia. No se
parecen en nada a los grandes exportadores de aguacates, que han invertido comprarndo todas las
tierras que podían para plantar el mayor número posible de aguacates. Además, a menudo recurren a
la exportación desde Sudamérica, a bajo precio, en lugar de comprarlos localmente, haciéndolos
pasar por fruta local.
b) La fiebre tecnológica
Para hacerle frente a la sequía, los grandes se adelantan y los pequeños se resignan. Además de las
costosas desalinizadoras, los pozos de la costa, a los que se ha vaciado el agua dulce, precipitan en
ellos el agua de mar, pero esta agua salada mata las plantas. Para suavizarla, los grandes
terratenientes, ayudados por las instituciones, trabajan para traer agua dulce a través de largas
tuberías procedentes de las aguas residuales de ciudades vecinas, a veces a 40 km, como Málaga.
La idea parece ingeniosa pero, según Thierry Uso, miembro de Eau secours 34 en Francia:
Alrededor de dos tercios de los proyectos no son económicamente viables. A menudo requieren
kilómetros de tuberías para llevar el agua desde las estaciones hasta las parcelas agrícolas, con
presión y, por tanto, energía. Además, las aguas residuales suelen ser demasiado saladas para los
cultivos, debido a nuestra orina, por lo que requieren un tratamiento adicional, que puede resultar
costoso.


2) Para colmo, el turismo
Para España, el sector turístico tiene una importancia cardinal, ya que representa el 13% de su PIB
y, con 55,6 millones de visitantes (+6%). España fue el segundo destino turístico mundial en 2005,
por detrás de Francia. Además de la enorme huella de carbono producida por el tráfico aéreo y otros
medios de transporte, su contribución al estrés hídrico no es desdeñable.
a) Su impacto sobre el agua
Santa Olalla, la mayor laguna permanente de Doñana, la última en retener agua el pasado mes de
agosto, ha desaparecido definitivamente, completamente seca debido a un periodo de intensa sequía
y a la sobreexplotación del acuífero por parte del complejo turístico onubense de Matalascañas.
No es de extrañar, ya que Andalucía es la comunidad autónoma con mayor superficie ocupada por
campos de golf, con 4.300 ha. Esto requiere un riego intensivo y enormes cantidades de pesticidas
que contaminan los acuíferos. Las necesidades de riego de un campo de golf medio de 18 hoyos
(40-50 hectáreas) superan los 500.000 m3 anuales, con un consumo diario durante los meses de
verano de unos 3.000 m3. (equivalente al consumo doméstico de más de 8.000 personas).


V- El agua como espejo


1) La guerra del agua
Ya mencioné al principio mi temprana ofensa al ver el agua aprisionada en una
botella de plástico para ser vendida. Poco antes de instalarme en la parcela donde
vivo, un agricultor mató a otro en un desacuerdo sobre los horarios de riego de sus
parcelas vecinas. Unos años más tarde, en 1995, el Banco Mundial publicó un
informe en el que predecía que muchas guerras del siglo XX habían sido causadas
por el acceso a los recursos petrolíferos, y que el agua sería la causa de las guerras
del próximo siglo.
Esta institución, que opera en el corazón mismo del capital y que se alimenta
esencialmente de su dinámica bélica dentro del mercado mundial, está bien situada
para diagnosticarlo sin riesgo a equivocarse. Desde el año 2000, se han registrado en
el mundo 1057 conflictos armados por el agua, en Oriente Medio, Yemen, India,
Somalia, Bolivia, etc…
Aquí en ello estamos, o casi. En Francia, y más aún en España, los agroindustriales
luchan entre sí por el acceso al agua. A su vez, estas industrias compiten con otros
sectores industriales como el turismo, la minería y las energías renovables. Pero
además, como toda industria es prioritaria para el negocio, esta dinámica está en vías
de privar a la población de sus medios de subsistencia hídricos pero también de sus
necesidades alimentarias ya que la producción agrícola también depende del agua.


2) El indispensable levantamiento del agua
¿De qué se trata? ¿de ignorancia en materia agronómica o ecológica, de una serie de
pasos en falso, de errores políticos o de una tecnología deficiente?
Pensador de la ecología social y del comunalismo, Murray Bookchin ya respondió en
1962: Acumular para debilitar, comprar, absorber o dominar de cualquier modo al
competidor es una condición de supervivencia en el orden económico capitalista.
Como hemos visto, actualmente la competencia es feroz y ya no se juega sólo entre
empresas de la misma especialización, sino entre todos los lobbies, sean cuales sean.
La mayoría de ellos están pintados de verde y se benefician de subvenciones estatales
(Green New Deal), y monopolizar el agua como recurso esencial que hay que
explotar se ha convertido en una cuestión de supervivencia. Esta despiadada guerra
económica y tecnológica, latente o declarada, entre lobbies, con la ayuda de los
Estados que dependen de ellos, continuará en detrimento de la naturaleza (los
ecosistemas, la sociedad y sus poblaciones). Sus actividades, cada vez más
numerosas e indiscriminadas, en esta actitud del sálvese quien pueda sin finalidad
práctica determinada, a pesar de los discursos oficiales, sólo buscan el beneficio a
corto plazo, apostando por promesas que no pueden cumplir. Esto no es más que
especulación basada en el capital financiero (véase el hidrógeno verde, el ahorro
energético y los efectos rebotexix, etc.) De hecho, esta guerra que se está librando no
sólo está acentuando la desertización de la tierra, su contaminación y la del agua, sino
que también se está apoderando del agua, que es un componente esencial de nuestras
vidas y de nuestros cuerpos.
Por eso es vital que nosotras, personas hechas de agua, nos levantemos y luchemos
para detener como sea esta barbarie pero sin perder de vista la necesidad vital de
poner fin a este sistema económico mortífero. Para ello es imprescindible entender
que el Capitalismo, a través de su sistema político de Democracia representativa,
nunca facilitará a sus oponentes las instituciones democráticas que necesitamos para
luchar contra él. El Capitalismo y la biosfera simplemente no pueden coexistir
indefinidamente… Cada vez más la elección parece clara: o establecemos una
sociedad ecológica, o los cimientos de la sociedad se desmoronarán. Así pues, la
recuperación del campo político y de la ciudadanía, no sólo es la condición previa
para una sociedad libre; es la condición para nuestra supervivencia como especie. La
cuestión ecológica exige una reconstrucción fundamental de la sociedad y es lo que la
ecología social y el comunalismo se proponen.


Floréal M. Romero, autor de Actuar aquí y ahora. Pensar la ecología social de
Murray Bookchin Édiciones Kaikron.
Para saber más: https://florealmromero.blogspot.com/